jueves, 23 de enero de 2014

Este blog fue creado con el fin de publicar diferentes cuentos para que los papás o las maestras puedan contárselos a niños de preescolar y los primeros años de primaria.

 ¿Qué es un cuento? Es una narración breve del género literario, oral o escrita en la que se relata una historia real o ficticia con el objetivo de:

  • Brindar diversión y entretenimiento.
  • Transmitir experiencias y conocimientos.
  • Despertar la afición por la lectura.
  • Dar respuesta a las necesidades del niño.
  • Ampliar el vocabulario.
  • Fomentar y desarrollar la imaginación.


Se recomienda realizar una actividad al finalizar cada cuento, algunas sugerencias son:

  • Entregarle una hoja al niño para que dibuje su parte favorita del cuento.
  • Asignar papeles de rol y que se actué.
  • Hablar con el niño respecto a lo que entendió del cuento y la moraleja del mismo.


Así que te invitamos a que leas todos nuestros cuentos y pongas un comentario para nosotros.

Los Tres Cerditos y el Lobo



martes, 5 de marzo de 2013


El bosque encantado


Había una vez, un bosque bellísimo, con muchos árboles y flores de todos colores que alegraban la vista a todos los chicos que pasaban por ahí.

   Todas las tardes, los animalitos del bosque se reunían para jugar. Los conejos, hacían una carrera entre ellos para ver quién llegaba a la meta. Las hormiguitas hacían una enorme fila para ir a su hormiguero. Los coloridos pájaros y las brillantes mariposas se posaban en los arbustos. Todo era paz y tranquilidad.

   Hasta que... Un día, los animalitos escucharon ruidos, pasos extraños y se asustaron muchísimo, porque la tierra empezaba a temblar.
   De pronto, en el bosque apareció un brujo muy feo y malo, encorvado y viejo, que vivía en una casa abandonada, era muy solitario, por eso no tenía ni familiares ni amigos, tenía la cara triste y angustiada, no quería que nadie fuera felíz, por eso... Cuando escuchó la risa de los niños y el canto de los pájaros, se enfureció de tal manera que grito muy fuerte y fue corriendo en busca de ellos.
   Rápidamente, tocó con su varita mágica al árbol, y este, después de varios minutos, empezó a dejar caer sus hojas y luego a perder su color verde pino.
   Lo mismo hizo con las flores, el césped, los animales y los niños. Después de hacer su gran y terrible maldad, se fue riendo, y mientras lo hacía repetía: - ¡Nadie tendrá vida mientras yo viva!
   Pasaron varios años desde que nadie pisaba ese oscuro y espantoso lugar, hasta que una paloma llegó volando y cantando alegremente, pero se asombró muchísimo al ver ese bosque, que alguna vez había sido hermoso, lleno de
niños que iban y venían, convertido en un espeluznante bosque.
- ¿Qué pasó aqui?... Todos perdieron su color y movimiento... Está muy tenebroso¡Cómo si fuera de noche!... Tengo que hacer algo para que éste bosque vuelva a hacer el de antes, con su color, brillo y vida... A ver,
¿Qué puedo hacer?y despues de meditar un rato dijo: ¡Ya sé! La paloma se posó en la rama seca de un árbol, que como por arte de magia, empezó a recobrar su color natural y a moverse muy lentamente. Después se apoyó en el lomo del conejo y empezaron a levantarse sus suaves orejas y,
poco a poco, pudo notarse su brillante color gris claro. Y así fue como a todos los habitantes del bosque les fue devolviendo la vida.
   Los chicos volvieron a jugar y a reir otra vez, ellos junto a los animalitos les dieron las gracias a la paloma, pues, fue por ella que volvieron a la vida. La palomita, estaba muy feliz y se fue cantando. ¡Y vino el viento y se llevó al brujo y al cuento!

viernes, 22 de febrero de 2013

El libro de la selva


Un lobo encontró llorando en la selva a un cachorro de hombre que había sido abandonado. Lo llevó a su guardia y la loba lo crió junto con sus lobatos. Lo llamaron Mowgli. 

   Un día Shere Khan, el temido tigre, se asomó a la guarida y prometió comerse a Mowgli al menor descuido, pues odiaba a los hombres. 

   Akela, el lobo gris, Bagheera, la pantera negra, y Baloo, el sabio oso, enseñaron al niño los secretos de la selva. Y Mowgli aprendió el idioma de los animales, a nadar, correr y trepar. 

   Una tarde, los monos charlatanes lo raptaron y lo llevaron a la ciudad antigua. Después de una larga pelea, Baloo, Bagheera y Kaa, la pitón, que hipnotizaba con su danza, lo rescataron. 

   Pasó el tiempo. Un día, el tigre Shere Khan reapareció más fiero que nunca, dispuesto a cumplir su promesa de despedazar al cachorro de hombre. Pero Mowgli ya no era un ser indefenso: mandó a dos manadas de búfalos contra él, y el tigre murió aplastado. Así fue como el cachorro de hombre, junto a su amigo el elefante Hathi, se convirtió en el nuevo rey de la selva. 

   Todos le respetaban y temían. Una vez invadió la selva una jauría de perros salvajes hambrientos, que mataban a todos los animales que encontraban a su paso. Mowgli los desvió a los dominios del pueblo diminuto, habitado por innumerables abejas que los acribillaron a picotazos. 

   Y un año más llegó la estación del lenguaje nuevo, la primavera, y Mowgli se encontró por primera vez en su vida solo y triste, y lloró. 

   Descubrió a lo lejos la aldea de los hombres. Vio el humo de las hogueras, oyó los cantos y las risas y sintió un gran deseo de acercarse. 

   Bagheera, Baloo, Kaa, Akela y Hathi le explicaron que cada uno debe vivir con los de su especie para ser feliz y que, como él era un hombre, debía vivir en la aldea. 

   Le cantaron la canción de la despedida y le dijeron que quizá allí encontraría a su verdadera madre, y quizá..... también encontraría una compañera. 

   Al acercarse al poblado, Mowgli empezó a ver chicos y chicas como él, y no se sintió tan solo. Para él empezaba una nueva vida, pero nunca olvidaría a sus amigos.

La liebre y la tortuga 



En el centro del bosque había un amplio círculo, libre de árboles, en el que los animales que habitaban aquellos contornos celebraban toda clase de competiciones deportivas.

   En el centro de un grupo de animales hablaba la bonita y elegante Esmelinda, la liebre:

- Soy veloz como el viento, y no hay nadie que se atreva a competir conmigo en velocidad.

   Un conejito gris insinuó, soltando la carcajada y hablando con burlona ironía:
- Yo conozco alguien que te ganaría...

- ¿Quien? - Preguntó Esmelinda, sorprendida e indignada a la vez.

- ¡La tortuga! ¡La tortuga!

   Todos los allí reunidos rompieron a reír a carcajadas, y entre las risotadas se oyeron gritos de: "¡La tortuga y la liebre en carrera! ¡Frente a frente!

   En el centro del grupo la liebre alzó su mano para ordenar silencio.

- ¡Qué cosas se os ocurren! Yo soy el animal más veloz del bosque y nadie sería capaz de alcanzarme.

   Y se alejó del lugar tan rápidamente como si tuviera alas en los pies. La liebre se dirigió al mercado de lechugas, pues la tortuga era vendedora de la mencionada mercancía, y se aproximó a la tortuga contoneándose:

- Hola tortuguita, vengo a proponerte que el domingo corras conmigo en la carrera.

La tortuga se le quedó mirando boquiabierta.

- ¡Tú bromeas! Yo soy muy lenta y la carrera no tendría emoción. Aunque, ¡quién sabe!

- ¿Como? Pobre animalucho. Supongo que no te imaginarás competir conmigo. Apostaría cualquier cosa a que no eres capaz.

- Iré el domingo a la carrera.

Una vieja tortuga le dijo:

- Tu eres lenta pero constante...; la liebre veloz, pero inconstante ve tranquila y suerte, tortuguita.

El domingo amaneció un día espléndido. En el campo de los deportes reinaba una gran algarabía.

- ¡Vamos, retírate! - le gritaban algunos a la tortuga. Pero la tortuga, aunque avergonzada no se retiró.

La liebre, después de recorrer un trecho se echó a dormir y cuando despertó siguió riendo porque la tortuga llegaba entonces a su lado.

- ¡Anda, sigue, sigue! Te doy un kilómetro de ventaja. Voy a ponerme a merendar.

   La liebre se sentó a merendar y a charlar con algunos amigos y cuando le pareció se dispuso a salir tras la tortuga, a quien ya no se la veía a lo lejos.

   Pero, ¡ay!, la liebre había sido excesivamente optimista y menospreciado en demasía el caminar de la tortuga, porque cuando quiso darle alcance ya llegaba a la meta y ganaba el premio.

   Fue un triunfo inolvidable en el que el sabio consejo de una anciana y la preciosa virtud de la constancia salieron triunfales una vez más.

La gallina de los huevos de oro





Érase un labrador tan pobre, tan pobre, que ni siquiera poseía una vaca. Era el más pobre de la aldea. Y resulta que un día, trabajando en el campo y lamentándose de su suerte, apareció un enanito que le dijo:

   -Buen hombre, he oído tus lamentaciones y voy a hacer que tu fortuna cambie. Toma esta gallina; es tan maravillosa que todos los días pone un huevo de oro.

   El enanito desapareció sin más ni más y el labrador llevó la gallina a su corral. Al día siguiente, ¡oh sorpresa!, encontró un huevo de oro. Lo puso en una cestita y se fue con ella a la ciudad, donde vendió el huevo por un alto precio.

   Al día siguiente, loco de alegría, encontró otro huevo de oro. ¡Por fin la fortuna había entrado a su casa! Todos los días tenía un nuevo huevo.

   Fue así que poco a poco, con el producto de la venta de los huevos, fue convirtiéndose en el hombre más rico de la comarca. Sin embargo, una insensata avaricia hizo presa su corazón y pensó:

   "¿Por qué esperar a que cada día la gallina ponga un huevo? Mejor la mato y descubriré la mina de oro que lleva dentro".

   Y así lo hizo, pero en el interior de la gallina no encontró ninguna mina. A causa de la avaricia tan desmedida que tuvo, este tonto aldeano malogró la fortuna que tenía.

El traje del emperador 



Hubo una vez un emperador que era muy presumido, sólo pensaba en comprarse vestidos. Tenía un grupo muy numeroso de sastres que constantemente le hacían nuevos ropajes, porque deseaba ser el emperador mejor vestido de todos los reinos del mundo.

   Cierto día llegaron al palacio imperial dos pícaros muchachos, pidiendo ser recibidos por su majestad. Decían que eran unos afamados sastres que venían de lejanas tierras. El emperador, al conocer la noticia, les hizo pasar inmediatamente.

- Majestad, hemos traído una tela que es una maravilla -dijo uno de los pícaros.

- No la pueden ver los ignorantes, pero a los inteligentes les gusta mucho -dijo el otro.

   El emperador se entusiasmó con lo que decían y pidió a los falsos sastres que le comenzaran inmediatamente un vestido con aquella tela, que enseñaría a todo el mundo.

   Los pícaros pidieron para los gastos grandes sumas de dinero y joyas valiosísimas. Hacían creer que cortaban y cosían el vestido, cuando, en realidad, no cosían nada. Y aquellos que lo veían, para que no les llamaran ignorantes, decían que era un vestido muy original.

   Llegó el día en que el emperador fue a probarse el famoso vestido. Cuando se lo presentaron quedó admirado. ¡No veía el vestido! Y para que sus súbitos no pensaran que no era inteligente, decidió disimular.

   Todo el pueblo esperaba que pasara el emperador, ya que tenía gran curiosidad sobre cómo sería el majestuoso ropaje. Entonces apareció el emperador. Iba caminando desnudo ante el asombro de todos.

   Un gran silencio se hizo en la calle, pero nadie dijo nada para que no se le llamara ignorante. Sólo un niño, con su inocencia, dijo:

- ¡Mirad, mirad, el emperador va desnudo!

   Ante esto, todo el mundo dijo lo mismo y el emperador sintió mucha vergüenza. Fue un día triste para él, Aprendió una gran lección: Lo immportante en esta vida no son los ropajes, sino ser sincero en todo lo que haces.